Especial | En extinción, playas públicas de Cancún - Grupo Pirámide

2022-10-22 20:49:28 By : Ms. Angela Ni

Cancún, Quintana Roo.- «Si vives en Cancún, siempre estas en la playa», es el primer pensamiento del exterior sobre quienes habitan este destino turístico.

Pero la realidad dista mucho de esta idea, pues a diferencia de los residentes y turistas de zona hotelera (que sólo tienen que cruzar el lobby), los ciudadanos tienen que emprender verdaderas odiseas para acceder al paraíso de arena blanca.

Un rato de playa significa tomar uno o más camiones, localizar el acceso y caminar bajo el sol un buen rato.

Aunque la Constitución dicta que el paso es libre y no puede ser inhibido, Cancún sólo tiene 14 entradas de cáracter público en sus 27 kilómetros de zona hotelera.

Las antiguas ventanas al mar, que se hicieron famosas durante el primer boom turístico del destino, quedaron ocultas por grandes cortinas de cemento, que buscan mantener la exclusividad para unos cuantos.

De esta manera, el ciudadano promedio tiene que buscar sus propias alternativas, a expensas del disgusto de quienes invierten miles de pesos por una habitación o una residencia con vista al Caribe.

Amparados por la impunidad, desarrolladores se han encargado de extingir poco a poco, los accesos públicos.

Lo hacen construyendo bardas, colocando cercas, limitando los espacios de estacionamiento, acordonando las áreas y designando personal de vigilancia para asegurarse que nadie ponga un pie dentro de su «propiedad», sin antes pagar.

El ejemplo más reciente es la playa de San Miguelito, el «secreto» mejor guardado por los cancunenses y sus familias, quienes por años disfrutaron de este espacio, sin restricciones.

Tras dos años de encierro y limitaciones por COVID-19, muchos buscaron anciosos volver al mar.

Sin embargo, fueron recibidos por un enorme muro beige que fue construido para disminuir (o erradicar) la presencia de los bañistas que no fueran huespedes o residentes del hotel y los condominios cercanos.

Aunque la opinión pública hizo retroceder el muro, este sólo se movió unos cuantos metros, dejando un estrecho pasillo.

De esta manera, el «derecho» de propiedad constantemente se antepone al del ciudadano para acceder y disfrutar de las playas, sin distinción.

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